De una taza suplantada por…

“No decía palabra, acercaba tan sólo un cuerpo insinuante…no había espacio, ni siquiera aire, sólo una densa y voluptuosa sucesión de curvas sinuosas en movimiento, agitando térmicamente la distancia entre ellos…”

De pómulos altos y labios voluminosos, componía un armonioso conjunto estético. El impacto visual que producía era evidente; no era posible calificar su imagen con términos convencionales normalmente utilizados, porque ella era extraña. Desde cada uno de sus ojos al otro se podía tender un puente; su cabello tenía un color y textura que mutaba con su estado de ánimo: desde la mies dócil peinada por el viento a las hojas caducas acariciadas en otoño por la lluvia. Intensos matices cobrizos y rojos contrastaban con su blanca piel…

En el viejo café se sentía como en casa. La verdad es que había pasado en él tanto tiempo que se podía considerar como una prolongación de su hábitat. Muchos de los mejores momentos y otros no tan gratos, habían sido objeto de tratamiento por aquel elixir oscuro, que le permitía llenar espacios de su vida observando, pensando, resolviendo entramados mentales, siempre pertrechado tras una taza de café.

El café, aunque antiguo, se había ido adaptando a los tiempos. La última reforma le dotó de unas enormes cristaleras que ensanchaban el plano visual desde su asiento. Pasaba las horas contemplando los viandantes, intentando imaginar las conversaciones de aquellos que se encontraban frente a la cristalera, ahora que su tiempo se empeñaba en no pasar, en rezongar lentamente a su alrededor, pues el negocio flaqueaba con la crisis y para colmo, el desánimo, tan de moda en esta época, finalmente había anidado en él. Por más que él en otro tiempo no se cansase de predicar que la crisis se afrontaba con actitud positiva…ahora pasaba las horas asido a una taza de café, haciendo de este gesto algo que dotaba de normalidad y contenido su tiempo…sobre el que se arrastraba.

Estaba incómoda. Normalmente usaba ropa y calzado casual, deportivo, nada de estrecheces ni zapatos imposibles. Pero la ocasión le obligaba a aparecer así, ceñida y resaltando sus rasgos con cierto abuso de cosmética. No era su estilo, no le gustaba y además la entrevista la tenía especialmente agitada. Sin saber cómo enganchó una de sus medias…algo que descubrió ya a pocas calles de distancia de su destino. Así que compró otras medias en un pequeño comercio y se dispuso a entrar en la primera cafetería que encontrara para cambiarlas a toda velocidad y aparecer impecable en su cita.

Cada vez que recordaba aquel momento se le iluminaban los ojos, era como si una ventana a la luz se hubiera abierto para él, sacando de las sombras todo cuanto le rodeaba en aquel café…apenas un instante compartido, el choque de dos realidades en un mismo tiempo…puede no tener sentido o darle sentido a todo; eso pensaba él cuando recordaba el momento en que Lena irrumpió como una bala atravesando de dos zancadas la cafetería rumbo a los aseos. Luego esperaría a verla nuevamente recorrer la estancia en sentido contrario, directa a la salida…

Era un problema, siempre lo era. Llevaba años dedicada a estudiar idiomas, consciente de que el noruego -su idioma natal- le suponía un tremendo obstáculo en su carrera. Si quería abrirse paso tenía que perfeccionar su acento, era imposible encontrar trabajos en su tierra y en su lengua…y tampoco podía residir en el extranjero, su anciana madre precisaba cuidados que no podía olvidar yéndose a otro país.

– “Un cuerpo insinuante -gritó interrumpiendo sus movimientos- vale Lena, pero ¿esa cara de espanto? En esta escena no hay diálogo Lena, no me digas que otra vez es el acento…repetimos”.

– “Y  centra la pantalla del ordenador que a veces te quedas fuera del objetivo de la webcam y no te veo…”.

La verdad es que encontrar a Lena había sido una fuente de inspiración para su nueva obra. Se había convertido en su musa y le estaba agradecido por haberle alejado definitivamente del asa de la taza de café, aunque ahora las horas se consumían tras una webcam…ya sólo necesitaba que Lena comenzase un día, cualquier día, a actuar…podría ser que hasta tuviera talento.